«Estaba andando tranquilamente en mi bici, cuando de repente sentimos un ruido fuerte con mi amigo Diego, cuando vimos que en 3 segundos (reloj) la rueda de atrás quedó en llanta. Arrastramos la bicicleta hasta la estación de servicio más cercana, e inflamos. Seguía haciendo ruido y perdiendo aire cuando Diego me decía ya está, no hay chance. Le digo pará, voy a dar una vuelta dentro de la estación. Mágicamente la rueda no perdió más aire… Claro no era magia, era el gel…. gracioso mi amigo diciéndome «estás loco, se arregló sola. No te creo» cuando llegué a casa (andando) me encuentro con la rueda en estás condiciones…. Increíble….» Nicolás Rago 7 junio 2017